A VECES OIGO COSAS

Sobre los toros
A veces oigo cosas sobre los toros que no entiendo. Viviendo en Onda, entre la Fira, la Pascua y las fiestas encadenadas de barrios, es difícil permanecer al margen y no definirse a favor o en contra. En consecuencia he pasado un fin de semana viendo videos de tauromaquia, puesto que pretendo dar una opinión objetiva y racional. Aún considerándome una persona esteticista, bastante perceptiva y capaz de encontrar belleza en casi cualquier cosa: en la tragedia, en las tempestades e incluso en la comida polaca; en la tauromaquia, en efecto, encuentro algo de esa belleza, pero no la suficiente. Es de notar el garbo, la valentía, la tensión en las gradas y la impavidez en la arena, el peligro latente y, sobre todo, el silencio que guarda la plaza ante la posibilidad de que la providencia elija entre la muerte y la gloria del torero. En gran medida esto se puede trasladar a los encierros o los toros en la calle, porque en todo caso lo que me parece más bello es ver a una bestia de quinientos kilos corriendo a gran velocidad. Aún así, todo esto queda eclipsado cuando veo un combate y uno de los combatientes está en desventaja numérica. En ese caso yo siempre iré con el toro. Y que conste que no es que me declare en contra de toda violencia, animal o humana, es que en este caso no la encuentro suficientemente justificada. Les pongo un ejemplo: hace días mi amigo Toni nos invitó a una sesión maratoniana de películas de zombis de lo más violento. Confieso que cuanta más vísceras salen mejor me lo paso. Y se me ocurrió pensar que si Michael Jackson volviera a la tierra en forma de zombi y se nos apareciera bailando Thriller, y se nos fuera acercando disimuladamente para mordernos y transformarnos en zombis y ser así parte de sus bailarines, y bailar Thriller mientras fuéramos mordiendo y convirtiendo a miles de personas en zombis que a su vez se convirtieran en bailarines y mordieran a más gente que también fueran zombis bailongos hasta que toda la humanidad fueran zombis moviéndose acompasadamente al ritmo de la música disco... yo en cuanto lo divisara, le dispararía a la cabeza con cartuchos de posta.
Eso sí es violencia justificada, con los toros creo que deberíamos irnos planteando que hay que cambiar algo de esta folklórica costumbre para que no ofenda la sensibilidad de tanta gente.

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