Mi querido quebrantahuesos


La idea de comprar un quebrantahuesos fue de mi hermano. Hay que reconocer que cumplió su papel: impedir que los gatos y los perros callejeros entraran en el huerto porque se meaban en las lechugas y pisaban los calabacines. El problema es que ahora que ni los gatos ni los perros se atreven a asomarse por el huerto, no podemos salir de casa. A mi hermano se le ha comido una oreja y a mí, el otro día, a punto estuvo de picarme un ojo. Esperamos, vehementemente, que pronto migre a por alimento a otro pueblo, porque nuestra despensa está menguando.

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