Principio de incertidumbre
No hay nada seguro en esta
vida excepto la incertidumbre, y es la incertidumbre la que hace de la vida
algo muy interesante.
Simca 1000
La famosa canción de Los Inhumanos "Qué difícil es hacer el amor en un Simca 1000" fue un himno generacional. Sin embargo a mi me pilló pequeño aún. No sabía entonces ni como era un Simca 1000. Y tampoco cómo hacer el amor. Hoy he de reconocer que sigo sin haber visto nunca un Simca 1000 en directo, aunque he visto fotos. De hecho todo lo que sé sobre el Simca 1000 es a través de internet. Y de cómo hacer el amor también.
Música
Era muy malo para la música. Tocaba la flauta por obligación en el instituto y lo hacía fatal. Leer las notas le llevaba el doble de tiempo que a los demás, con lo que la melodía sonaba como cuando ponías el tocadiscos a menos revoluciones. Era tan lento tocando que una vez, por los nervios de tocar ante todos, se desmayó en clase y en lugar de volver en si volvió en la sostenido.
El marido de la prójima
No
desearás la mujer del prójimo...
¿Y qué pasa? ¿Dios no dice nada acerca del
marido?
Julio Cortazar
Mañana lunes comienzo un curso de IESE, cosas del curro, por eso escribo el telegrama por adelantado, y como no se me ocurre como mejorar el aforismo original en el que estoy pensando, os lo copio tal cual, advirtiendo que su autor es Julio Cortazar: Nada se ha perdido si se tiene el valor de proclamar que todo se ha perdido y hay que empezar de nuevo. Toca estudiar de nuevo, pues.
Socarrona
Cansado de esperar en la parada sin que pasara ningún autobús, me atreví a preguntarle a la chica de mi lado: ¿pasará por aquí el 10?. Ella me miró socarrona, consultó su agenda y me contestó: Lo siento, el 10 estoy en Madrid.
La desnudez
Texto crítico del catálogo de la exposición "La fugacitat de l'existència" del escultor Martí Moreno.
Todo aquel que se acerque a
la obra de Manuel Martí Moreno apreciará fácilmente la valoración que el
artista hace de los materiales como parte fundamental del proceso, una
aportación de Constantin Brancusi que habría de revolucionar la escultura del pasado
siglo.
También le resultará obvio
al espectador que, lejos de ajustarse a los prototipos históricos, el escultor
prescinda de todo rigorismo iconográfico en la búsqueda de cierta austeridad
formal que resulta potenciada por el uso de determinados materiales como las
mallas metálicas o las tuercas, o la claridad monocroma con que reviste los
acabados.
Así mismo es justo referenciar el cadencioso y cautivador desarrollo del movimiento, manifestado
por una clara preferencia por los ritmos suaves y por formas ligeramente
oscilantes con respecto a sus ejes de simetría, como procedimiento básico para
romper el riguroso esquema compositivo bilateral de base que impera en la
anatomía humana, y aportar esa contenida movilidad a la que Martí Moreno nunca
renuncia en sus obras.
Este mismo sentido dinámico
es igualmente logrado mediante el empleo de las líneas fluctuantes y suaves
ondulaciones de los contornos, así como del uso frecuente de la clásica postura
del contraposto, que dota a sus figuras de una notable elegancia.
Dicho esto, y
auto-justificada en unas cuantas líneas la amable invitación a redactar unas
palabras, me permito una reflexión sobre un aspecto de la obra de Martí Moreno
que me parece especialmente interesante. Me refiero a sus característicos
rostros y cuerpos desnudos e incompletos. Estas piezas se presentan formalmente
muy depuradas, carentes de detalles y rotundas en su expresión. Aún teniendo en
cuenta que sus obras verdaderamente abstractas son muy escasas, al menos por lo
que yo conozco, el autor gusta de jugar con la idea de contraste entre masa y
vacío, un camino de síntesis donde Martí Moreno pasea bordeando lo abstracto entre
la sencillez y el mágico equilibrio de líneas y volúmenes.
Hace un tiempo tuve el inmenso placer de presentar
una exposición de Manuel Martí Moreno en Castellón. Fue entonces cuando un
amigo común, el pintor Amaury Suárez, me descubrió las semblanzas de Martí
Moreno con el renombrado escultor israelí Niso Maman. Tan acertado e incisivo
como siempre, Amaury reconoció en ambos artistas un dominio técnico suficiente
como para permitirles apoderarse de las curvas del cuerpo humano a través de
materiales metálicos. Fascinante ese contraste
entre la forma y el medio que posibilita alcanzar una nueva visión sobre la
desnudez.
Pocas veces
un artista presenta la desnudez como lo hace Martín Moreno. Y no hablo sólo de
cuerpos, sino también de rostros desnudos, o ¿acaso la faz no es sino un fragmento
del propio cuerpo?
Hablo de desnudez, más que de desnudos, y lo hago premeditadamente. Creo
que la contemplación de las creaciones de Martí Moreno debe partir de la
consideración de la desnudez como algo que va más allá de la simple realidad
del cuerpo despojado de vestimentas, algo que está relacionado con las circunstancias
mismas de la percepción social y de la ideología del ser. Y con la necesidad de
visualizar la realidad del cuerpo como una problemática básica del pensamiento
enfocado al análisis de las cuestiones humanas.
Tampoco estoy descubriendo nada. Parte de
estos planteamientos fueron desarrollados por el crítico Kenneth Clark hacia
1953 en un ciclo de seis conferencias sobre el desnudo artístico realizadas en la National Gallery
of Art de Washington. En algún aspecto me sirven para este breve comentario, sobretodo
en cuanto señalan la diferencia entre dos cosas que parecerían ser iguales o,
al menos, muy similares. El caso es que de acuerdo con estos conceptos, Clark
afirmaba que no es lo mismo estar desnudo que ser un desnudo. La lengua castellana no posee dos palabras distintas para
calificar a estos dos estados, al contrario que los ingleses que, pudorosos,
aquí han contradicho su tradicional escasez léxica (the naked versus the nude).
Sea como sea, con Martí Moreno, Clark ha sido superado en su concepción
puramente idealista e idealizada del problema, porque no hay mejor manera de
mostrar un desnudo que mostrándose desnudo (y siéntase aludido el autor y
también el espectador).
Para Clark ser un desnudo equivale a ser
visto en estado de desnudez por los otros y, sin embargo, no ser reconocido por
uno mismo. Es decir, para que un cuerpo desnudo se convierta en un desnudo es
preciso que se le vea como objeto. Y el verlo como objeto estimula el usarlo
como objeto. Sin embargo eso no es así en la escultura de Martí Moreno, quizá
porque no sean desnudos clásicos lo que reflejan, sino la desnudez que se
revela a sí misma. La desnudez no se exhibe, mientras que el desnudo no deja de
ser una forma más de vestido.
Desnudémonos como Martín Moreno lo ha hecho en estas obras. ¿O no se
siente uno desnudo, desprotegido, cuando acalla nuestra voz la mirada al ver la
desnudez de aquellos cuerpos? Se siente uno
desnudo cuando el escultor corta el cuerpo modelado como de una dentellada y
deja invisible a los ojos, visible a la imaginación, todo aquello que no fue.
Desde un punto de
vista más objetivo, lo único que podemos considerar en la imagen de un desnudo
es la forma en como esta escultura utiliza ese hecho estructural tan implicado
en nuestra percepción del mundo y tan cotidiano a fin de cuentas, la desnudez
del cuerpo humano, para recrear su significación en distintas formas. Además,
en el caso de Martí Moreno, esas formas bien pueden llegar a sorprendernos,
incluso a pesar de la experiencia que nos proporciona la sana costumbre que
algunos practicamos de recrear constantemente la desnudez en nuestra
imaginación. Todo desnudo de Martí Moreno, de una u otra manera, se manifiesta
como un posible golpe directo a nuestra percepción. De alguna forma el cuerpo fragmentado
siempre nos interpela y nos habla directamente. De alguna forma no podemos
llegar a ser totalmente indiferentes ante la corporeidad metálica que nos
presenta.
La tensión que se
establece entre el desnudo tradicional y la introducción de una significación
social e ideológica en la obra, pone de manifiesto cómo Martí Moreno subvierte
para siempre la tradición clásica del desnudo.
La superficie se convierte
entonces en punto de encuentro entre el empuje interno de la obra y la mano del
artista.
No se si he sido capaz de explicarme. Puedo
excusarme en que las letras no pueden dar cuenta de la desnudez porque la
desnudez, en el arte, requiere de la mirada. Es por eso que lo que tienen que
hacer es mirar las esculturas y sentir su capacidad de sugestión: ellas les
dirán mucho más sobre la misma belleza, a simple vista y sin una sola palabra,
que lo que yo puedo ser capaz.
Son esculturas como éstas las que hacen
posible la contemplación de la desnudez más allá de la desnudez original. Porque
la desnudez de la obra de Martí Moreno hace visible la desnudez propia de la
vida real.
Desesperación
A veces uno se siente tan desesperanzado como si estuviera
esperando el autobús en medio del desierto.
Jugar
Por la noche, mientras mi hijo duerme, me gustaría apropiarme
por un instante de sus juguetes.
El oso que quería viajar a la luna para saber si sabía a queso.
Publicado en Castelló al mes (agosto 2012)
Érase
una vez un oso polar quería viajar a la luna para saber si sabía a queso (no me
negaran que he acertado con el título). El oso lo había intentado todo, que era
más bien poco, es decir, había
saltado y probado con la teletransportación. Pero nada dio resultado. El oso
sabía que la única forma de llegar a la
Luna era ir a la
NASA y secuestrar uno de sus cohetes. Pero ¿cómo diablos iba a llegar allí?
El oso pensó en su abuelo, famoso viajero, que un centenar de años atrás salió
a ver mundo sobre un sólido iceberg hasta que una gigantesca nave lo golpeó en
1912. Entonces el abuelo oso saltó
al barco, que venía de Belfast, y comenzó una matanza que no terminó hasta que
lo hundió. Pero eso es otra historia. Nuestro oso optó por hacer dedo y,
afortunadamente llegó Chuck Norris y lo trasladó a la NASA (no se me ha ocurrido
nada mejor). El oso dio las gracias a Chuck y le preguntó a la recepcionista de
la NASA que dónde
estaban los cohetes. La mujer se levantó lentamente detrás del mostrador y salió
corriendo mientras daba unos gritos audibles a kilómetros de distancia. Aunque el oso intentaba calmar a la gente
diciéndoles que no tenía mala intención (bueno un poco sí porque quería robar
un cohete, pero sin comerse a nadie) lo único que los científicos oían
era un rugir feroz. En ese momento el oso sintió el dolor agudo de un dardo
tranquilizante en el culo y cayó al suelo en un profundo sueño. Cuando despertó,
miró a su alrededor, y se dio cuenta de que lo habían llevado al zoológico de
San Diego, conocido por su escasez de los osos polares. El oso sacó el dedo de nuevo con la
esperanza de que Chuck Norris lo recogiera, pero esperó, esperó y esperó, y
Chuck no se presentó. El oso
levantó la vista para ver la multitud congregada espectante y reconoció a Tim
Allen, que como es el tipo que hace siempre de Santa Claus en las pelis y sabe
del Polo Norte, salvó al oso y lo convenció de que no estaba destinado a
aterrizar en la luna para comer queso. El oso encontró trabajo en Catí como
catador especializado en frescos. Y este es el final feliz de la historia. Está
bien, supongo que no se lo creen. Poco realista ¿no? Les cuento la verdad: lo
cierto es que no fue un final feliz, dos años más tarde el oso era un adicto al
queso, tuvo que ir a rehabilitación donde se hizo amigo del monstruo de las
galletas que estaba quitándose de las Oreo. Cuando
fue dado de alta se mantuvo limpio durante tres años hasta que un día se
confió y probó una tarta de queso y frambuesa. Después de eso volvió a ser un adicto. Le compraba el género a un traficante
de cheader de los contenedores de Carrefour. El oso se comió todo el queso que
pudo, luego lo inhaló, se lo inyectó e incluso se lo fumó. Murió de sobredosis de gorgonzola.
Pero la moraleja es que ese oso fue una inspiración para todos los osos
polares, les mostró que deben luchar por sus sueños. Después de su muerte lo convirtieron en
una alfombra y aún se encuentra en el despacho del presidente de la Diputación hoy en día.
Es la razón por la que al entrar en la Diputación se siente un fuerte olor a camembert.
O eso me han dicho.
Placer
Creo, con los epicúreos, que la vida es fundamentalmente
placer. Aparte del placer sexual que es el más evidente, hay otros placeres
importantes como el de la soledad y el de la compañía y el placer de dar placer
y el de recibirlo y el placer de descubrir la belleza oculta de las cosas y
muchos más que ahora no se me ocurren, pero que constituyen el placer de
existir.
Sobre los políticos (haciendo amigos)
Me importa bien poco qué político nos gobierne. De hecho, el empeño de los partidos a la hora de manifestarse de muy distinto y más amable signo, me resulta irrelevante, al fin y al cabo todos practican el antiguo arte del disimulo y la mentira para conseguir el beneficio personal o de su colectivo (¿o alguien duda de eso?.
Sin embargo, me merece más atención el lodo que pisan esos políticos la zafiedad del barro que los sustenta y que
reside en todo títere humano defensor, votante fiel, pelotero aspirante a ser algo, servidor al fin y al cabo, de tan aborrecibles especímenes.
Los días y la vida
A veces coincido con Jacinto Benavente cuando decía que se le hacían los días largos y la vida corta.
Historia de mi nombre
Hasta los diez años más o
menos me llamaban Joanet, sobretodo mis abuelos. A mis padres no les convencía
mucho el nombre. Se le quedará así y es nombre de niño, decían. A los trece,
con el cambio de voz, decidieron que Joanet ya no correspondía con mi talante, y
que la versión castellana Juanito, o Juani, de uso íntimo, tampoco era
adecuada, así que pensamos que el mejor nombre que me podía ir para la
adolescencia recién estrenada era el de Juan. Pero este nombre perdió todo su
prestigio justo el día que perdí la virginidad, cuando en pleno éxtasis, aquella
chica me llamó Carlos.
Pesimismo
Es mejor ser pesimista que optimista. El pesimista acaba
feliz cuando acierta y cuando se equivoca.
En prisión
Si le preguntas a un preso:
- ¿Y tú por qué estás aquí?
Lo más probable es que te conteste:
- Porque no me dejan salir.
El universo en un culo de mujer
Viéndola desnuda, acostada en la cama, dándome la espalda, uno se pregunta qué tendrá el universo que ella no tenga.
Perraca
El la llama perra. Le
gusta llamarla así mientras le aprieta la garganta con una mano y con la otra
le hurga el sexo debajo de la falda. Le gusta que ella diga sí cuando él le
pregunta si le gusta así, fuerte. La monta como a una perra, sobre el mármol de
la cocina. A ella le gusta el sexo pero no siempre así, como un ejemplo de
sometimiento. Anhela también sentirse amada con dulzura. Esta vez él la ha
sorprendido bastante cerca del juego de cuchillos ordenados en su taco de madera.
Cuando ella se gira y lo mira a los ojos, él se da cuenta de que ella es una
perra de las que no ladran, pero sí muerden.
Náufrago
Todas las
mañanas baja corriendo hasta la playa, para ver si las olas han arrastrado
algún objeto que pueda serle útil en su vida: un jirón de vela, unas tablas,
alguna cuerda, incluso algún alimento enlatado. Pero, rara es la vez que
encuentra algo provechoso. Tampoco vislumbra frecuentemente en lontananza la
silueta de ningún barco, y si lo hace, por más que grite y agite los brazos,
nunca le ven.
A veces piensa
en abandonar. Aburrido y descorazonado, a mediodía recoje la toalla y la
sombrilla y se va a la piscina del hotel.
Optimistas y pesimistas
Lo del optimismo y el pesimismo es muy relativo, me pregunto qué pensará un optimista y un pesimista sobre un vaso medio lleno o medio vacío pero de veneno.
Placeres
No en pocas ocasiones placeres como el buen comer, el whisky o el sexo pueden incluso saber mejor cuando son producto de una simple transacción
monetaria.
Arte contemporáneo
Ayer impartí una conferencia sobre arte contemporáneo en la Facultad de Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima, y he llegado a la conclusión de que innumerables artistas
contemporáneos no son artistas y —fíjense bien les dije a los estudiantes— tampoco son contemporáneos.
ñalsfhjaoiwrhfwaoifhnapir
shalkjhadjfglaiurghfuifñjhbgwhchvuqhcñwoithcmiohvñwlctwijqchivioeqñ...
Es imposible escribir sobre la mujer que amas... siempre tienes las manos ocupadas en otras cosas.
Es imposible escribir sobre la mujer que amas... siempre tienes las manos ocupadas en otras cosas.
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