María Griñó (de la serie amigos artistas)

El dibujo, de casta le viene al galgo, es pieza fundamental en la obra de María Griñó, una de las artistas que ha sabido encontrar, quizá sin remedio, su estilo personal: un espacio de colores planos y un trazo de líneas gruesas bien definidas que constituyen una constante exploración de la exuberancia femenina como formula para apreciar la belleza en las figuras humanas.
María Griñó parece como si viese lo a veces catastrófica y trágica que resulta la realidad, y eso le impulsara a inflarla para encontrar en mayores proporciones sus pequeñas cuotas de belleza.
Muchas veces, por ser una pintura que camina cercana al naif y al mundo de la ilustración, no es considerada en su verdadera importancia, y no cabe duda de que su insistencia en seguir tratando de resolver incansablemente pero con una eterna sonrisa en los labios, las limitaciones del arte tradicional, las del dibujo y las de la pintura, debería tener una consideración bien ponderada. 
En efecto, en María Griñó se aprecia un vivo interés por el oficio. Su pintura sirve para que las artes sigan siendo una alternativa contemporánea en Castellón, porque su aportación es la de la innovación. 
Si queremos hacer un elogio de las artes, como creo sinceramente que aparece en la obra de María Griñó, el discurso debe mostrar su pertinencia, y lo logra, sí y solo sí logramos decir algo distinto a aquello que, por instinto de autoconservación, estamos conminados a ver una y otra vez.
El resultado es un trabajo de dibujo casi de orfebrería que respira lucidez y pasión. Y aún así son obras que no quieren molestar a nadie ni pretenden, con su contemplación, inquietar, ni deformar la realidad. Al contrario, los cuadros de María Griñó interpretan la realidad en una forma optimista, alegre, pacífica y con frescura. Da la impresión de que la autora los creara de forma despreocupada y espontánea, siguiendo los impulsos de su corazón. Su originalidad y su poética naturalidad alegran por el candor de su inspiración y la inconsciente fantasía de sus sueños.
Sencilla y a la vez glamorosa, bella y sensual, honesta y conceptualmente innovadora, la pintura de María Griñó hace de unos pocos elementos plásticos su mejor herramienta. 
Esperemos que por mucho tiempo las mujeres de su pintura nos sorprendan y conmocionen con su elegante presencia. Y nos asombren con su silenciosa quietud. Y nos cautiven con su belleza.

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