Espíritu asustado

Dejé caer la cabeza hacia atrás, apoyada en la arena. El desembarco había sido duro, duro, frío y húmedo. Mis órdenes, las órdenes de todos, eran llegar como fuera a las dunas de más arriba, pero nadie nos había dicho que nos iban a bombardear con morteros. Ahora prefería quedarme aquí, no pensaba alcanzar el objetivo, al menos por ahora. Los otros parecían haber seguido adelante sin mí, pero no me importaba, ya intentaría alcanzarlos más tarde. Necesitaba un par de minutos para descansar aquí, no creía que a nadie le importara, seguramente. Lo más probable es que nadie me echera de menos en medio de todo este caos.
Ahora me doy cuenta de que el ruido ha desaparecido. Hace muy poco tiempo el bullicio era abrumador. Los soldados gritando, las bombas cayendo… pero ahora todo está muy tranquilo. Mi ropa está todavía un poco húmeda, normal, acabo de saltar del barco, pero sorprendentemente no me resulta demasiado incómodo. Siento hambre y tengo mucha sed, pero en este momento, con la cabeza en la arena y los músculos de mi cuerpo relajados, como anulados, no puedo reunir la energía necesaria para abrir la mochila y ver si me queda algo para comer. No me parece correcto de todos modos, los otros compañeros no estarán comiendo todavía, así que lo más educado, por respeto, será esperar un poco. Podría esperar hasta que hayan tomado las dunas sin mí, y entonces alcanzarlos y comer todos juntos. Sí, eso es lo que haré. Aunque suena a traición, no tengo fuerzas ahora para hacer otra cosa. Nos sentaremos en la arena y hablaremos de cómo ha ido el día, de lo que ha pasado, y haremos planes para mañana.
Estoy viendo una gaviota, vuela alta, muy por encima de las dunas, gira surcando el cielo gris, sorteando el humo de las detonaciones. Es algo precioso. ¡Se la ve tan libre y hermosa!
La lluvia ha comenzado a caer de nuevo, así que tal vez debería ya levantarme y tratar de encontrar un refugio, pero una vez más la voluntad no es suficiente para darme fuerzas físicas para llevar a cabo esta tarea. Por un momento, sentí un poco de preocupación, ¿por qué me sentía tan cansado? Mi vida había sido difícil en los últimos días, por supuesto, había hecho un largo viaje, el entrenamiento había sido exigente, pero era joven, así que no existía ninguna razón para que me sintiera tan cansado. Medité sobre ello durante un minuto, pero no podía enlazar mis ideas con coherencia, de alguna manera simplemente no me importaba.
Escuché un grito, en la distancia, intenté alzar la cabeza sin conseguirlo. Al poco tiempo, en mi campo de visión aparecieron un par de soldados que venían hacia mí. No los conocía, pero esperaba que fueran capaces de decirme dónde estaban mis compañeros y qué se suponía que debía hacer ahora. Me quedé quieto a esperar a que se acercaran más.
"Aquí hay otro, sargento, pobre diablo. Le faltan las dos piernas. Literalmente han desaparecido. Gracias a Dios que está muerto. Espero que fuera rápido y no se diera cuenta de nada. Sus etiquetas dicen que se llama Jhonny. Aún lleva en la mano agarrado el fusil. ¿Está listo, sargento? Vamos a a llevarnos lo que queda de él".

Ellos me estaban levantando. No quería que me llevaran, quería quedarme allí, sólo quería estar allí, en la fría y dura arena, al menos hasta aceptar, no aceptar no, comprender que había muerto, al menos hasta que, contemplando la gaviota volando en círculos por encima de mí, este hermoso silencio calmase mi espíritu asustado.

0 comentarios:

Publicar un comentario