El miembro de la Benemérita

Que a monseñor le gustaban los hombres era sospechado por todos. Pero una noche lo sorprendieron en la verja junto al cementerio cuando había dado cincuenta euros a un guardia civil y le estaba, ya me entienden, practicando una felación. Siendo el prelado muy apreciado por Su Santidad, fue enviado a unas meditaciones en un centro espiritual por unos días, y listo, pero al guardia civil, para que no tuviera ganas de contarlo, y por mariconazo (según explicó la mujer del sacristán en la cola de la caja de Mercadona) lo encerraron no sé cuanto tiempo en un cuartel de Extremadura. A esa chusma hay que meterla en cintura, le dijo su capitán al monseñor, cuando éste le preguntó, añorando el miembro de la Benemérita, en todos los sentidos.

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