Propósitos

1.- Aprender a pescar cangrejos en Alaska.
2.- Utilizar bisoñé.
3.- Tratar de dominar el mundo.
No necesariamente en ese orden.

La experiencia

La experiencia es el término que utilizamos para pasar por alto esa colección enorme de errores embarazosos y vergonzosos que la mayoría de nosotros se niega a admitir que realmente ocurrieron.

Filosofando

Decía el filósofo: ¿por qué mendigar el amor cuando puedes comprarlo?
Naturalmente, yo no estoy de acuerdo. ¿Es que en la época del filósofo no existía el renting?

Leyenda de la piedra

Una vez hubo un aprendiz cuyo maestro era una piedra.
¿Que qué aprendió?
A no hacer preguntas.

Estadísticas

Las estadísticas dicen que una mujer da a luz en el mundo cada cuatro segundos. No sé por qué la policía, la CIA, el FBI o lo que sea no la busca y la detiene, por Dios.

La otra mejilla

Cuando te peguen una patada en los huevos, pon la otra mejilla... siempre será mejor que te den ahí que no otra patada en los huevos.

La verdad

Nunca he sido un buen investigador en mi ambiente universitario. Tratar al arte como una ciencia le quita diversión. Prefiero un mundo increíble antes que una verdad aburrida.

Límites

Uno sólo supera sus propios límites cuando no existe otra opción.

Gilipollas

Yo sólo soy borde cuando tengo que serlo y con quien tengo que serlo y si tú eres gilipollas no es culpa mía.

Sobre no dejar las cosas para mañana

Columna publicada en Semanario Arrels, 3 de septiembre de 2014.

A veces oigo cosas sobre no dejar las cosas para mañana y no creo que sea siempre útil hacerlo. Es lo que tienen los refranes, que igual encuentras uno para un propósito y otro que defiende el propósito contrario. No es verdad eso de que lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana, o no del todo. Morirse, por ejemplo, es una cosa que conviene dejar siempre para después.

Siguiendo el refrán, el señor Cifuentes decidió que había llegado el momento de suicidarse. Y decidió hacerlo en el ambiente idóneo, allí donde se habían producido los hechos denigrantes que lo habían llevado a seguir el refranero. Fue así como se dirigió al despacho de su jefe con un cuchillo jamonero en la mano. El jefe, al verlo de esta guisa, y adivinando lo que podría suceder o quizá temiendo que antes de acabar con su vida tomara represalias en su persona, le recriminó al señor Cifuentes que mancharía irremediablemente la costosa alfombra persa de la oficina, y terminó convenciéndolo de de, si bien admiraba su determinación, no era ése el lugar adecuado. A cambio de una buena suma de dinero le sugirió que hiciera lo propio pero en el despacho de la competencia. Marchó decidido el señor Cifuentes, y una vez en las oficinas de la competencia, le explicó al jefe respectivo su plan. Éste, a su vez, utilizó los mismos argumentos que el anterior, y tras abonarle otra suma de dinero, lo envió a casa de su suegro. El señor Cifuentes, cuchillo en mano, se presentó en casa del suegro del jefe de la competencia, y de nuevo se explayó defendiendo sus intenciones. El suegro del tipo de la competencia de su jefe, cuando conoció el por qué un desconocido quería suicidarse en su jardín, pues no lo habían dejado acceder al salón armado como iba, se acordó del capullo de su cuñado. Así que el señor Cifuentes, veinte intentos de suicidio después, y tras pasearse por toda la ciudad con el bolsillo cada vez más lleno de dinero, determinó que seguiría viviendo ante la manifiesta bondad de la humanidad. El señor Cifuentes se fue a su casa y se acostó, estaba cansado de caminar. Desconectó el despertador, porque aunque al día siguiente tenía que ir a trabajar, había decidido tomarse las cosas con más calma, después de todo, no por mucho madrugar se ven vacas en camisón.

Gilipollas

Hay tanto gilipollas opinando por ahí, son tantos, que al final a uno lo hacen dudar...

Benditos artistas

Bendito sea el artista que no teniendo nada que decir se abstiene de demostrarlo con su obra.