La cicatriz tatuada

Siempre me había hecho ilusión una buena cicatriz en mi cuerpo virgen (de cicatrices); que cuando sea el momento, yo pueda avanzar como un macho valeroso hacia las puertas encomendadas a San Pedro luciendo heridas de guerra. Por eso acudí alegre al quirófano por aquella operación. Mas, amigos, el maldito cirujano tuvo tal esmero al graparme la herida que si no fuera por el informe del hospital nadie diría que un día fueron abiertas mis carnes y urgadas mis entrañas por manos de galenos. Tendré que recurrir a un tatuador.

0 comentarios:

Publicar un comentario